Los beneficios y las desventajas de la luz UV
¿Por qué es importante? ¿Qué riesgos existen?
La radiación UV puede dañar la piel y los ojos, eso lo sabemos. Sin embargo, nuestros cuerpos sencillamente no pueden funcionar sin luz UV y nos beneficiamos con su presencia de muchas otras formas. MEJOR VISIÓN explica: ¿Cuáles son los distintos tipos de luz UV? ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de la luz UV? ¿Cómo nos beneficiamos de ella? ¿Cómo puede dañarnos?
Los beneficios de la luz UV
¡El verano es sinónimo de diversión bajo el sol! Para muchas personas, es la mejor época del año. La gente sale a disfrutar del buen tiempo y pasa muchas horas en los cafés al aire libre, en los parques y en las piscinas. Cuando las personas mencionan la luz UV, con frecuencia solo hablan de sus características perjudiciales, pero también nos beneficiamos de la radiación UV de muchas maneras. La luz UV interviene en numerosos procesos metabólicos de las personas, las plantas y los animales. Pero con nuestro estilo de vida digital estamos pasando más horas en espacios interiores y por eso no vemos tanto la luz del sol. Por eso es aún más importante salir con más frecuencia y hacer actividades al aire libre para estar sanos y sentirnos sanos. Al mismo tiempo, deberíamos protegernos correctamente del sol (tanto nuestra piel como nuestros ojos). Para asegurarnos de contar con una protección completa, recomendamos usar o bien un par de gafas de sol o lentes transparentes de alta calidad con un filtro UV integrado de hasta 400 nm.1 Eso es porque la radiación UV puede dañar los ojos de muchas formas; aunque también existen fantásticas formas de protegernos.
Las desventajas de la luz UV
Pasar mucho tiempo al sol es sinónimo de radiación intensa; la piel y los ojos pueden resultar dañados si los protegemos del sol usando unas buenas gafas con protección UV. El daño ocular crónico causado por la radiación UV no tiene tratamiento. Pero, ¿cuáles son exactamente los efectos negativos de la luz UV en la piel y en los ojos?
Daños oculares causados por la luz UV
Cuando las personas piensan en protección solar, lo primero que viene a la mente es la piel. Pero los ojos también son sensibles a la radiación UV; no solo cuando brilla el sol, también en la sombra. No solo al mediodía, sino todo el día, todos los días. Hasta en un día nublado, la radiación UV puede llegar a un 70 o 75 por ciento a nivel del suelo por reflejo y dispersión.2 El agua, por ejemplo, refleja hasta el 20 por ciento de la radiación UV, la nieve fresca cerca del 88 por ciento, la arena hasta el 25 por ciento y una calzada de hormigón aproximadamente un 12 por ciento.3
En términos de protección UV, cuanto más pronto comience, mejor. Aunque, ¡nunca es tarde para empezar!
Los ojos de los niños son especialmente sensibles a los rayos UV. Al cumplir 20 años, ya hemos estado expuestos a casi la mitad de la cantidad de radiación UV a la que ha estado expuesta una persona de 60. En otras palabras, cuando cumplimos 20 años, hemos absorbido casi tanta radiación UV como la que habríamos absorbido entre los 20 y los 60.4
Si no nos protegemos, podríamos terminar dañando los párpados y la piel que rodea los ojos o incluso desarrollando una de múltiples enfermedades, como las que afectan a la córnea. Entre estas se incluyen la conjuntivitis y la fotoqueratitis (también conocida como queratitis ultravioleta). Estos términos se refieren al daño causado en la córnea por la fuerte radiación UV que se produce en las montañas. En presencia de luz intensa continua, corremos el riesgo de que los cristalinos se vuelvan opacos, lo que puede provocar una catarata prematura. También se sospecha que la radiación UV es la causante de tumores en los párpados.
Para proteger con eficacia los ojos y la piel que los rodea de la radiación UV, recomendamos usar gafas de sol y lentes transparentes normales con protección UV total de hasta 400 nm. Así, estará protegido con cualquier clima, incluso si está nublado.
Aquí va otro consejo para los usuarios de lentes de contacto. A pesar de que existen lentes de contacto con protección UV, no protegen la delicada piel de los párpados, en particular los bordes. Por ese motivo, recomendamos que invierta en un buen par de gafas de sol capaces de bloquear la incidencia de la luz.
Efectos perjudiciales de la luz UV en la piel
La radiación UV también puede dañar la piel. Sabemos que la excesiva exposición al sol tanto al aire libre como en las camas solares es responsable del elevado índice de casos de cáncer de piel. Por lo tanto, la exposición UV es la causa principal del cáncer de piel. El principal riesgo es que normalmente no se tienen en cuenta los ojos a la hora de pensar en protección solar. De hecho, entre el 5 y el 10 por ciento de todos los casos de cáncer de piel involucra a los ojos.5 Para asegurarse de que esta zona sensible esté protegida de la radiación UV, recomendamos usar tanto gafas de sol como gafas normales con protección UV total de hasta 400 nm. Con ello también protegerá la zona que rodea los ojos del fotoenvejecimiento prematuro, causado principalmente por la radiación UV. Los efectos comunes a largo plazo del bronceado excesivo son: la dilatación de poros y vasos sanguíneos, daños en el tejido conectivo, puntos negros y piel seca. Además de las quemaduras de sol y el enrojecimiento, la luz UV puede causar varios síntomas que con frecuencia se denominan de forma conjunta "alergia al sol". Sin embargo, en medicina no existe la denominada alergia al sol o a la luz. En realidad, con ese término se hace referencia a ciertos síntomas en lugar de a una alergia en sí. Las enfermedades que la gente suele denominar alergia al sol pueden estar relacionadas, en general, con la luz solar y en particular con el espectro de luz UV. Por ejemplo, una enfermedad muy extendida, causada por la radiación UV, es la erupción polimórfica a la luz, también conocida como eccema solar. Los síntomas normalmente se hacen evidentes cuando exponemos la piel a una luz solar intensa, como puede ser durante una primera y larga caminata al comienzo de la primavera. Se forman en el área afectada nódulos, ampollas o enrojecimiento con prurito. Dependiendo de la piel de la persona, la gravedad de los síntomas pueden variar enormemente. Tomar determinados medicamentos en combinación con la radiación UV puede incluso desencadenar una reacción que se asemeja a una alergia. En la jerga médica, esta enfermedad es conocida como fotodermatitis fotoalérgica o fototóxica.
El acne aestivalis aparece con frecuencia junto a los daños causados por la luz UV. La piel de repente forma manchas rojas pruriginosas, motas sobre la piel, ampollas y nódulos. De hecho, el término “acné” es engañoso, ya que no existe un caso paradigmático de acné (solo los síntomas son similares). Esta reacción es en realidad una forma singular de eccema solar. El acne aestivalis no está causado solamente por una radiación UVA intensa, sino principalmente por una reacción alérgica al protector solar. A pesar de que la causa exacta es desconocida, sí sabemos que el efecto de la radiación UV sobre el protector solar grasoso puede hacer que las glándulas sebáceas de la piel se inflamen. Esta reacción dará como resultado los síntomas anteriormente mencionados.
Consejo: en algunos casos se puede prevenir el acne aestivalis usando un protector solar especial (disponible en tiendas minoristas especializadas) que calma la piel sensible con una aplicación habitual.
Cuando esté disfrutando del sol en la playa, asegúrese de protegerse los ojos usando gafas de sol de alta calidad con un filtro UV de hasta 400 nm y aplique habitualmente suficiente protector solar para prevenir daños causados por la radiación. Las lentes fotosensibles PhotoFusion de ZEISS ofrecen protección UV completa de hasta 400 nm.
¿Qué es exactamente la luz UV? ¿De dónde proviene?
La mayor fuente de radiación UV en la tierra es el sol. La gente normalmente se refiere a ella como "luz UV". En términos de la física, sin embargo, es incorrecto ya que no es luz propiamente dicha sino, de hecho, radiación. A pesar de que tanto la luz como la radiación están formadas por ondas electromagnéticas y son parte de lo que conocemos como espectro electromagnético, en el que se agrupan todas las longitudes de onda, hay una diferencia entre las dos: la luz es algo que somos capaces de percibir. La “radiación” es la parte invisible del espectro de longitud de onda que incluye los rayos infrarrojos, los rayos X, las microondas y los rayos UV.
Los distintos tipos de rayos UV
Existen distintos tipos de rayos UV, y cada uno afecta al cuerpo de manera diferente. Se hace distinción entre la radiación UV-A, UV-B y UV-C.
Radiación UV-C
Los 100 y 280 nm apenas penetran la piel y la retina, aunque una gran dosis podría causar enrojecimiento de la piel e inflamación y dolor ocular. La radiación UV-C destruye las células, y por eso se utiliza en desinfectantes artificiales. No obstante, incluso si la radiación UV-C produjese algún daño, no necesitamos tomar ninguna precaución especial porque la capa de ozono lo absorbe por completo – incluso en aquellas áreas donde la capa de ozono ha sido dañada.
Radiación UV-A y UV-B
La radiación UV-A (de 315 a 400 nm) y la radiación UV-B (de 280 y 315 nm) tienen un efecto similar en el cuerpo. Pueden provocar daños graves a medio y largo plazo:
Daños graves:
Con moderación, los rayos UV-A y UV-B broncean la piel, pero a altas dosis pueden causar enrojecimiento, erupciones, alergias o quemadura solar, por ejemplo en los párpados. La radiación UV-B puede causar fotoqueratitis aguda (conocida como queratitis UV), un tipo de alteración de la córnea.
Daños a medio plazo:
La radiación UV puede provocar conjuntivitis.
Daños a largo plazo:
La radiación UVA puede acelerar el envejecimiento de la piel (o fotoenvejecimiento) y reducir nuestra capacidad de visión. Aumenta el riesgo de aparición temprana de degeneración macular senil (AMD, por sus siglas en inglés). También se presume que la radiación UVA causa cáncer de párpado, lo que desencadena peligrosos cambios en la córnea y puede producir cataratas. El 48 por ciento de todos los casos de ceguera del mundo están causados por las cataratas y, en alrededor del 20 por ciento, la radiación UV es responsable de causar o exacerbar la enfermedad. También existen indicios de que la radiación UVA y UVB podría ser parcialmente responsable de los melanomas. El crecimiento de tejido en la conjuntiva y en el borde de la córnea (por ej. Pterygium conjunctivae) y Pinguecula son síntomas típicos de la exposición excesiva a los rayos UV.
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1
La radiación UVA puede llegar hasta los 400 nm; Comisión Internacional de Protección de Radiación no Ionizante (ICNIRP), Conferencia Norteamericana de Higienistas Industriales Gubernamentales (ACGIH), ISO 21348 (definiciones de las categorías espectrales de la irradiación solar), también aplicada en el estándar australiano de lentes de sol AS/NZS 1067:2003 y la definición fue adoptada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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Índice UV por tiempo y estación: http://www.who.int/uv/publications/globalindex/en/ - Calbo, J., & González, J. A. (2005). Empirical studies of cloud effects on UV radiation: A review(Estudios empíricos de los efectos de las nubes en la radiación UV - Una revisión). Reviews of Geophysics, 43(2).
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3
Sliney DH. Physical factors in cataractogenesis: ambient ultraviolet radiation and temperature (Factores físicos en la cataratogénesis: radiación ultravioleta ambiental y temperatura). Invest Ophthalmol Vis Sci. May 1986;27(5):781-90.
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4
18. Green AC, Wallingford SC, McBride, P. Childhood exposure to ultraviolet radiation and harmful skin effects: Epidemiological evidence (Exposición de los niños a la radiación ultravioleta y efectos nocivos sobre la piel). Prog Biophys Mol Biol. Dic 2011; 107(3):349-355.
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Cook BE Jr, Bartley GB. Treatment options and future prospects for the management of eyelid malignancies: an evidence-based update (Opciones de tratamiento y perspectivas futuras de la gestión del cáncer de párpados: una actualización basada en la evidencia). Ophthalmology, noviembre 2001; 108(11):2088-98. - Abraham J, Jabaley M, Hoopes JE. Basal cell carcinoma of the medial canthal region (Carcinoma basocelular de la región cantal). Am J Surg 1973; octubre; 126(4):492-5.