Los ojos de los niños
Cuando un bebé nace, sus ojos ya pueden ver. Sin embargo, su agudeza visual se desarrolla a más largo plazo.
Los ojos del recién nacido son deslumbrantes. Una sonrisa ilumina su cara. Para una madre, este es uno de los momentos más emocionantes al abrazar a su hijo por primera vez. Los ojos de un bebé aún tienen que desarrollarse, y no pueden distinguir bien su entorno. Todos los pequeños tienen que aprender a andar y a hablar, así como sus ojos tienen que aprender a ver.
Por este motivo, es importante saber que aproximadamente el 20% de los niños menores de cuatro años sufren problemas de visión. Pero no hay de qué preocuparse: las gafas infantiles que existen hoy en día pueden ayudar a mejorar las habilidades visuales de su hijo.
Todos los seres humanos disponemos de habilidades motoras y visuales codificadas en nuestra genética (información que nos permite aprender a ver, caminar y correr). Un recién nacido puede ver desde el momento que llega el mundo. Sin embargo, la visión de un bebé tiene que madurar mucho hasta equipararse a la de un adulto. Los más pequeños tienen que desarrollar, en primer lugar, su agudeza visual, es decir, las habilidades que les permitirán reconocer ciertos detalles e identificar objetos. Pasa mucho tiempo hasta que los humanos podemos disfrutar de una vista de lince:
El desarrollo de las habilidades visuales: de recién nacido a niño
- Durante el primer mes de vida , la visión del bebé está nublada, pero puede distinguir entre luz y oscuridad. Su horizonte visual no se extiende a más de 30 centímetros.
- Durante su segundo mes, el bebé empieza a reconocer contornos faciales y formas. El pequeño también puede distinguir colores.
- Durante el tercer y el cuarto mes de vida, el bebé empieza a sonreír a sus padres, puede diferenciar los colores y ver claramente en un rango de 25 centímetros.
- En su quinto mes, el bebé ya puede reconocer a sus padres. Este hecho se hace evidente cuando el padre o la madre intentan abandonar la habitación, ya que el niño comienza a llorar.
- En el sexto mes de vida, el pequeño agarra objetos y puede ver nítidamente cosas en la distancia.
- En su séptimo mes, el bebé ya no solo puede agarrar objetos, sino moverlos y girarlos.
- Durante el octavo mes, los niños pueden distinguir entre caras familiares y desconocidas.
- En el noveno mes, los dedos índice y pulgar se convierten en herramientas activas, e incluso pueden agarrar los objetos más pequeños con una precisión impresionante.
- Si le preguntamos a un niño de once meses "¿Dónde está tu papi?", seguramente girará la cabeza en la dirección donde está su padre.
- Los niños de un año les dan objetos a sus padres para que hagan algo especial. Sus ojos pueden percibir objetos que se mueven rápidamente.
- Cuando el niño cumple cuatro años, su agudeza visual llega a ser como la de un adulto.
- Cuando el niño tiene 6 o 7 años de edad, el desarrollo de sus habilidades visuales casi se ha completado.
- Con 8 o 9 añitos , el desarrollo del campo de visión es tal que el niño puede reconocer perfectamente entornos y acontecimientos. Por ello, los niños de esta edad pueden ser considerados "aptos para transitar", como dicen los alemanes, ya que su capacidad visual les permite desenvolverse por la calle.
El cerebro también necesita tiempo
Los ojos de los niños todavía no han madurado completamente. Las úvulas de los ojos, esenciales para una visión nítida (las células nerviosas que absorben la luz se encuentran aquí) se desarrollan antes del parto, pero no adquieren su forma definitiva hasta que nace el niño. No solo los ojos necesitan tiempo para desarrollarse: el cerebro también. Cuando el ojo de un niño absorbe luz ambiente, el estímulo es procesado por el cerebro, donde se genera la imagen.
Detectar y tratar problemas de visión
Si un problema de visión es detectado y tratado en una fase temprana, el niño puede desarrollar una visión normal.
Para garantizar el desarrollo normal de la visión de un niño, su cerebro necesita el estímulo adecuado. Si los ojos del pequeño padecen alguna anomalía, este estímulo visual puede resultar fallido. Si un problema de visión es detectado y tratado en una fase temprana, el niño puede desarrollar una visión normal. Pida cita en la consulta de un óptico optometrista si ha observado alguno de los siguientes comportamientos en su pequeño, ya que pueden ser indicios de un problema de visión:
- Estrabismo claramente visible y permanente
- Inclinación o torcimiento de cabeza
- Bizquera o apertura excesiva de los ojos
- Evitación de la luz o incapacidad de reaccionar ante ella
- Muecas o frotamiento de los ojos de manera obsesiva
- Movimiento de los ojos sin enfoque
- Dificultad para agarrar objetos
En el caso de los niños mayores, los problemas de visión pueden hacerse patentes a través de los siguientes síntomas:
- El niño se tropieza frecuentemente o se choca con los muebles
- Los problemas de visión aumentan con la falta de luz y la oscuridad
- Descenso de las calificaciones escolares
- Al niño no le gusta leer
- El niño se aísla de otros niños
- Los dolores de cabeza recurrentes también pueden ser indicativos de un problema de visión
Cuando los niños tienen problemas de visión
Los niños reciben aproximadamente un 90 por ciento de la información sensorial a través de los ojos. Por este motivo es tan relevante la detección temprana de los posibles problemas de visión. En el caso de los ojos se aplica la misma lógica que con el resto de los problemas de salud: cuanto antes se detecte, más rápido y efectivo será el tratamiento. A continuación le ofrecemos un resumen de los problemas de visión más comunes:
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El niño reconoce con facilidad objetos distantes, pero tiene dificultades a la hora de distinguir cosas que están cerca. Esto da lugar a una rápida sobrecarga ocular, que provoca dolores de cabeza, enrojecimiento de los ojos, falta de concentración, inquietud y cansancio inmediato al leer o escribir. Nota importante: la mayoría de los niños y bebés son hipermétropes, pero esta condición desaparece durante los primeros años de vida.
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En la retina convergen incorrectamente los rayos de luz que penetran el ojo desde la distancia, debido a que el ojo es demasiado alargado o el poder de refracción del cristalino es excesivo. Los niños que padecen esta enfermedad pueden enfocar fácilmente objetos cercanos, pero tienen problemas con las imágenes de la televisión, la pelota o al copiar de la pizarra del colegio. Estos niños suelen parpadear o bizquear frecuentemente, en un intento de compensar el problema de visión o para ver con mayor claridad los objetos distantes.
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Este problema de visión también se describe como curvatura irregular de la córnea. Los radios deformados de la córnea provocan una visión borrosa y distorsionada. Dependiendo del nivel de deformación de la curvatura, el niño verá objetos con transmisiones lineales más o menos distorsionadas.
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Las personas que no pueden enfocar un objeto con los dos ojos a la vez tienen "ojos bizcos", como se dice comúnmente. Los expertos llaman "estrabismo" a esta condición. Aproximadamente el cinco por ciento de la población sufre esta enfermedad visual única e indolora. Por regla general, solo uno de los ojos está afectado. Su enfoque se dirige incorrectamente hacia el interior, hacia fuera, hacia arriba o hacia abajo. En otras palabras: el ojo enfermo enfoca un punto fijo diferente al del ojo más sano, es decir, trabaja un área distinta de la retina. Consecuencia: el cerebro genera dos imágenes distintas, una nítida y otra borrosa. Para facilitar su trabajo, el cerebro aprende a suprimir la imagen que le parece incorrecta. El niño empieza utilizar más el ojo sano, lo que perjudica al ojo enfermo, que es incapaz de desarrollar completamente su agudeza visual. Es por eso que recibe el nombre de "ojo vago". Con el tiempo, la visión se deteriora más y más. Si un caso de estrabismo severo no se trata adecuadamente, el ojo sano puede acabar padeciendo un problema de visión. La enfermedad resultante se denomina "ambliopía", una disfunción para toda la vida que acarrea otras consecuencias. Un niño que utiliza solo uno de los ojos, es incapaz de desarrollar una percepción correcta de la profundidad, lo que también retrasa la evolución de la habilidad motora. Cuando el paciente que sufre esta enfermedad se convierta en adulto, probablemente se enfrentará a múltiples dificultades, por ejemplo al conducir un coche. Existen datos muy positivos: si esta enfermedad se detecta antes de que el niño haya cumplido diez o doce meses, la ambliopía puede ser tratada de manera rápida y efectiva. El tratamiento se prolonga una vez el niño tiene un año de edad.
Las gafas de los niños ofrecen protección
Hoy en día, las gafas de los niños son consideradas un accesorio atractivo, y los chicos que las llevan ya no son objeto de burlas.
Los héroes de algunas novelas infantiles han sido de gran ayuda para aquellos pequeños que tienen que usar gafas. Este motivo de marginación ya es historia. Hoy en día, las gafas de los niños son consideradas un accesorio atractivo, y los chicos que las llevan ya no son objeto de burlas. Recuerde una cosa: las monturas de las gafas de los niños están individualizadas de acuerdo con sus necesidades. Por la parte de arriba, la montura no debe sobrepasar el contorno inferior de las cejas. Por la parte de abajo, la montura no debe entrar en contacto con las mejillas. Asegúrese de que las gafas no se extienden más allá de los márgenes de los ojos. Para asegurarse de que las gafas de su hijo no le molestarán a la hora de jugar o realizar otras actividades, las patillas deben quedar ceñidas a las sienes, sin demasiada holgura y sin apretar. Las gafas para niños deben ser ligeras, fuertes y flexibles. Asegúrese de que a su hijo le resulten cómodas y no le aprieten. ¡Un diseño atractivo marca la diferencia, de eso puede estar seguro!